INCAHUASI
CULTURA VIVA
Uno
de las cosas que más amo, es la naturaleza, y no dudé ni un segundo cuando se
propuso la ruta de viaje hacia la serranía Lambayecana, que hasta hoy
desconozco casi en su totalidad.
En
el intento por recorrer y conocer nuevos lugares y la realidad que pueda
aquejar o enriquecerlas, llegamos hasta Incahuasi, uno de los distritos de la
provincia de Ferreñafe de la región Lambayeque, enriquecida por su naturaleza y
cultura viva que yace desde sus alrededores, y que observar durante su travesía
mientras llegamos, es toda una bendición y un verdadero placer.
En
nuestro primer acercamiento con la población, fuimos descubriendo, por ejemplo, el origen de Incahuasi (Inkawasi), una antigua ciudad indígena
situada a 3 100 metros sobre el nivel del mar, perteneciente a la región
geográfica andina. La mayoría de sus habitantes habla el quechua, pero también
identificados que la población adulta y joven domina el castellano debido a su
constante contacto con foráneos y sus viajes a la provincia de Ferreñafe.
Incahuasi, fue creado el 17 de
Febrero de 1951, según Ley N° 11590, según fuentes, y se encuentra ubicada en
la parte noreste del departamento a lo largo de la cuenca media alta del río La
Leche, entre los pararelos 6º 05' 00'' y 6º 24' 30'' latitud sur y los
meridianos 79º 16' 10'' y 79º 30' 00'' de longitud oeste, presentan alturas que
van de los 310 a 4,000 metros sobre el nivel del mar.
La superficie es de
aproximadamente 41,735 hectáreas, tiene 79 centros poblados rurales con
categoría de caseríos. Los límites del distrito, encontramos por el norte al
distrito de Kañaris, por el sur al distrito de Pítipo. Por el este al distrito de Querecotillo y Miracosta en el
departamento de Cajamarca, y para el oeste el distrito de Salas, al cual
también logramos conocer y acercarnos más a su realidad.
Para
conocer los rasgos de este pueblo, de habla quechua, herederos de antiguos
mitimaes incas,
no queda otra opción que caminar por los senderos de herradura.
Todo
está disperso entre las montañas, donde solo 17 mil pobladores ocupan un
territorio del tamaño de casi toda Lima Metropolitana.
Uno entiende mejor la vida de este pueblo durante sus celebraciones. En junio, por ejemplo, es una buena oportunidad para visitar Incahuasi y participar en la feria agropecuaria, en las que se puede gozar sus platos típicos, como el cuy tostado acompañado con rebosantes ocas y los inigualables quesos incahuasinos.
Uno entiende mejor la vida de este pueblo durante sus celebraciones. En junio, por ejemplo, es una buena oportunidad para visitar Incahuasi y participar en la feria agropecuaria, en las que se puede gozar sus platos típicos, como el cuy tostado acompañado con rebosantes ocas y los inigualables quesos incahuasinos.
También
para presenciar sus propias “olimpiadas”, que tienen como espectáculo principal
un partido de fútbol de mujeres y el “maratón de altura”, en el que decenas de
jóvenes atletas tratan de coronar a todo pulmón las montañas vecinas.
Para llegar Ferreñafeal distrito de Incahuasi, hay que despertarse muy temprano e iniciar un viaje desde las 5:00 am, hora en la que empiezan a salir las combi o colectivo que nos llevan al lugar. Un aproximado de 5 horas. Cabe recalcar que la carretera es un tanto tosca, debido a que no es pista y está se subida.
Para llegar Ferreñafeal distrito de Incahuasi, hay que despertarse muy temprano e iniciar un viaje desde las 5:00 am, hora en la que empiezan a salir las combi o colectivo que nos llevan al lugar. Un aproximado de 5 horas. Cabe recalcar que la carretera es un tanto tosca, debido a que no es pista y está se subida.
El folklore tradicional aún se
conserva. El huayno y la marinera son sus bailes típicos. Son usuales las
danzas, los cantos interpretados con alegría y sentimientos con ocasión de las
festividades religiosas, cívicas o festividades folclóricas como “El Taking”.
En cada caserío se celebran fiestas religiosas, que en mucho de los casos en
honor al patrón del lugar, las mismas que concentran a su población y a la de
los pueblos aledaños para el acto celebratorio, por lo general cada fiesta
tiene un periodo de duración de 3 a 4 días.
Uno delos centros poblados que
tuve la oportunidad de visitar es Moyán, ubicado a 30 minutos del distrito de
Incahuasi. Sus características son similares. Son personas quechua hablantes y
su cultura viva aún se ve reflejado desde su vestimenta colorida hecha a mano
de material lana de oveja, el cual hilan y preparan para posteriormente
elaborar bellos trajes típicos y bolsitos, los cuales suelen vender a los
foráneos.
El centro poblado Moyán, cuenta
con un aproximado de 350 personas distribuidas en 50 familias. Sus principales
actividades son la agricultura y ganadería, tienden a practicar la crianza de
animales de corral, como el cuy, aves como patos, pavos, gallinas, además de
ganado vacuno, ovino y porcino.
No cuentan con servicios básicos,
emplean agua de las piletas que estratégicamente están ubicados en el caserío,
y para uso doméstico (no consumo), utilizan el agua de los riachuelos que se han
formado con la lluvia registrada en verano.
La población femenina promedio del
caserío oscila entre los 20 a 30 años. Son muy temerarias y seles hace muy
complicado entablar comunicación con otras personas (independientemente del
idioma). Entre las actividades que desempeñan a diario, de lunes a viernes las
mujeres son hogareñas, se limitan a atender al jefe de familia que es el
esposo, y atender a los hijos y alistarlos para que vayan al colegio, ubicado
en el distrito de Incahuasi, el cual tiene nivel primario y secundario. Por las
tardes, las mujeres suelen caminar hasta Incahuasi, muchas veces a repartir
alimentos de sus animales o de sus cosechas, al menos 3 o 4 veces a la semana. Los
fines de semana, en especial domingo, acuden al centro de Incahuasi, a hacer
compras de alimentos que necesiten, para asistencia de salud, y por la religión
que predomina, católica, asisten a misa los domingos por las mañanas.
La población masculina promedio
del caserío, oscila entre los 40 a 50 años de edad. Son considerados jefe de
familia por lo que tienen independencia económica, al realizar actividades de
agricultura que les permite ser el soporte del hogar, además suelen tomar las
decisiones del hogar y poner mano dura (según palabras de las mujeres) cuando
se requiere. Aún conservan la ideología machista, y muchos de ellos, (en
nuestro primer acercamiento), reconocieron “darles juetaso” (según sus
palabras), si se portaban mal o no cumplían con los quehaceres hogar o de la
escuela.
Un
poblador característico que logramos identificar, son los niños que oscilan
entre edades de 5 a 13 años, quienes considero, tienen gran representatividad
en el caserío de Moyán y en Incahuasi, pues desde nuestra llegada, logramos
divisarlos, realizando actividades deportivas, laborales, domésticas, pese a
ser domingo. Logramos identificar a niños realizando actividades de deporte,
alejados totalmente del mundo globalizado, que muchas veces se convierte en
perturbador para la formación educativa de los infantes, y para mí, quien vivo
rodeada de tecnología y sentada frente a un computador el 80% de mi día, fue
realmente fascinante viajar un poco al futuro y revivir aquellas épocas de mi
infancia, donde un balón, un globo y la algarabía de mis amigos del barrio, era
lo único que realmente lograba causarme felicidad. Fue bueno, en cierta parte,
conocer aquella parte inocente de los niños y disfrutar por unos instantes de
su juego en la canchita de fútbol a la orilla del cerro.
De mi
recorrido por el centro poblado Moyán, rescato la tranquilidad con la que se
vive durante el día, sorprendente incluso tratándose de un domingo, donde
usualmente y en la mayoría de caseríos serranos que conozco, suelen ser
escenarios de algarabía, bullicio de la venta y compra de productos del campo y
otros importados de la capital; pero Moyán pintaba otro escenario, la gente
caminando hacia el centro de Incahuasi, a quienes decidimos seguir y algo llamó
mi atención aún más. Recuerdo la coquetería y picardía de la mujer en el baile
de la marinera, y algo así pude divisar a lo lejos, de manera innata y en su
estado natural, una jovencita de 10 años, meneaba su pollera y camisón de
múltiples colores al son del viento, sentada sobre una baranda de fierro frente
a uno de los paisajes más hermosos que logré divisar en el lugar.
María,
es una niña de 13 años, bastante inquieta y domina muy bien el castellano, pues
desde los siete años salió de Incahuasi para continuar sus estudios en
Ferreñafe. Es notorio su temor al momento de entablar frente a una cámara, pero
bastante motivador verla sonreír y posar para ella. Desconoce muchos aspectos
de su realidad, ignora lo que quiere para su futuro, me atrevería incluso a
mencionar el leve desinterés que tiene por sus estudios, no conoce el nombre de
su colegio, y prefiere pasar los fines de semana en su pueblo natal,
disfrutando del paisaje estando sola. Rescato de ella su buena voluntad, nos
acompañó desde el inicio de nuestro recorrido, nos presentó a parte de su
familia y nos motivó a continuar hasta el final del recorrido, incluso cuesta
arriba hacia el mirador.
María
Bonita (así la llamé yo), es una niña de aproximadamente 3 años de edad. Nos
recibió en la falda del cerro donde se encontraba el mirador, en nuestro
interno por bajar ilesas, pues el impacto que generó el Niño Costero, se
evidenció en aquella zona. Es muy pequeña y sonriente, me encantó su soltura, y
la manera tan rápida de encariñarse con las personas. Logré a penas robarle
unas fotografías sonriendo, y también por la corta edad, fue difícil escucharla
hablar de manera fluida.
Muestro
a continuación parte de nuestra conversación, en la falda del cerro donde se
encuentra ubicado el mirador. Al exterior de la casa de María Bonita.
Además, me entrevisté con algunas
personas más del distrito de Incahuasi. Debo reconocer que uno de los desafíos
más bonitos, fue intentar comunicarme mediante señas con una persona que no
entendía lo que hablaba, a quien me acerqué mientras desarrollaba una actividad
característica del lugar, hilar la lana de la oveja, producto que además
emplean para elaborar sus polleras coloridas, carteras, bolsos, chalinas, entre
otros.
Al ahondar un poco más mi
investigación en el distrito, logramos entrevistarnos con algunas autoridades,
quienes nos han manifestado las principales problemáticas del sector, los
cuales a simple vista no ha sido muy evidenciado. Las adolescentes no culminan
sus estudios secundarios, tiene sus parejas sentimentales y salen embarazadas a
muy temprana edad, existe una escasa formación sexual en el colegio y en el
hogar, debido a la cultura conservadora en la que se desarrollan.
En el tema de organización, se han
conformado grupos que apoyan con la seguridad, y esta información la respaldan
las autoridades policiales, quienes nos han confirmado la gran labor que
desempeñan, sobre todo en temporada de fiestas culturales, en la cual acuden
personas de los diferentes centros poblados aledaños a Incahuasi como
Canchachala, Huayrul, Janque, Kongacha, La Tranca, Uyurpampa.
Uno de los problemas
medio-ambientales que logramos identificar, aunque no es muy elevado grado de
riesgo, el la presencia de basura. Existen algunas zonas contaminadas por
residuos sólidos, bolsas, cajas, botellas, que han sido arrojados a la
intemperie. Sin embargo, según nos comentaron los moradores del lugar, no es
algo perenne, muy rara vez se logra divisar este tipo de escenarios.
Uno de sus atractivos turísticos,
es el mirador de Incahuasi. Tiene la característica de un cerro escalonado para
llegar a la cima. Actualmente se ha visto interrumpido por piedras pequeñas que
se han desprendido, producto del impacto del Niño Costero, además de no contar
con medidas de seguridad oportunas para llegar hasta ella, pero en nuestro afán
por conocer y hacer una toma panorámica, logramos llegar.
Incahuasi
es parte de la sierra, y celebra el 17 de febrero un año más de su creación
política como distrito lambayecano.
Las montañas de Incahuasi despiertan bajo una densa sábana de niebla, el cual pudimos divisar al retorno de nuestro recorrido. Las casas y los campos de cultivo, instalados en las laderas de los cerros, revelan una interminable tonalidad de verdes que se extienden en el horizonte.
Las montañas de Incahuasi despiertan bajo una densa sábana de niebla, el cual pudimos divisar al retorno de nuestro recorrido. Las casas y los campos de cultivo, instalados en las laderas de los cerros, revelan una interminable tonalidad de verdes que se extienden en el horizonte.
Incahuasi
se revela a primera vista como un paisaje melancólico, de cielo gris y frío,
pero mientras va corriendo la mañana el sol pinta el universo de este exiliado
pueblo andino.
En
mi grata experiencia, vale la pena esas aproximadamente 9 horas de viaje, entre
ida y regreso; por conocer un lugar, donde bajo mi criterio, la cultura se
conserva intacta, danzas, comida, idioma, trato, religión y cultura en general,
enriquece más aún mi interés por el desarrollo social – ambiental.
mentira la chica maría 13 años si sabe hablar quechua solo que es tímida.
ResponderEliminar